lunes, 23 de diciembre de 2013

Cuento de valores

LA PRINCESA MARA

                  
La primavera llegaba y con ella, las enormes y bellas flores que florecían. Desde lo lejos se divisaba aquel precioso paisaje, un pequeño pueblo, con casas bajas, donde a la izquierda podíamos ver la enorme torre con una ventana a lo alto de ella.
Allí se encontraba la princesa Mara, una bellísima princesa de la que el pueblo estaba orgullosa, todas las calles estaban adornadas con su rostro, sintiéndose orgullosos, que la verdad es de lo único que podían presumir ya que era un pueblo que sólo se dedicaba al campo.
Un apuesto joven, alto, de pelo moreno, piel blanca y muy delgado vino a conquistarla, tras estar unos minutos dentro de palacio se dio cuenta de que no sabía hacer nada, a pesar de que fuera muy bella, cosa que no se podía negar.
El pueblo no se creía aquello, así que anunciaron por todo el pueblo y los de alrededor, a jóvenes que quisieran conquistar a la princesa Mara, para ello cada uno de los miembros que se presentaran para conquistarla tenían que tener unas características anunciadas en los carteles de los pueblos.

Tras pocos días, se abrieron las puertas del palacio para que la princesa Mara conociese uno por uno a aquellos jóvenes, pero todos los que la habían conocido decían:

 -           Es una preciosa y bella mujer, pero es incapaz de hacer nada.

La gente del pueblo se reunió al ver lo que estaba ocurriendo, cuando de repente saltó una voz diciendo:
-        ¿No os dais cuenta que nuestra princesa no sabe hacer nada?- dijo una anciana con un rostro muy castigado
-       Mirate, ¿Quién eres tú? No debes hablar así de nuestra princesa, ella es bella, todo lo contrario a ti.- respondió el alcalde, a lo que los demás asintieron dándole la razón a este
-         Yo se hacer cosas, pese a mi rostro tan castigado y lleno de arrugas

Mientras se mantenía esta conversación, a lo lejos, se acercaba alguien...¡¡¡Era la princesa!!!.
Cuando esta se acercó confeso que la anciana tenía razón, no sabía hacer nada por que siempre la habían servido la gente del pueblo y que ser bella no era todo, decía escapándosele alguna que otra lágrima por aquellos preciosos ojos.
La gente lo comprendía, pero no era fácil aceptarlo, todos tenían cara de tristeza hasta que unos segundos después al alcalde se le ocurrió la genial idea de enseñarla a trabajar y aprender a hacer cosas con la gente del pueblo. Cada semana tenía una tarea, un trabajo, y así poco a poco aprendería a hacer varias cosas, ella estaba encantada y dispuesta a hacerlo, así que con los días aprendió a hacer un montón de cosas.




Dibujo realizado por: Arantxa Palencia




No hay comentarios:

Publicar un comentario